Reseña de LA NOCHE DE LOS BASTONES LARGOS

El 29 de julio de 1966, el clima era muy tenso en los ambientes universitarios de Buenos Aires. Se decía que grupos de estudiantes habían tomado algunas Facultades, dispuestos a resistir la intervención militar. El dictador Juan Carlos Onganía, que había volteado al presidente Arturo Umberto Illia, decide intervenir las universidades. Uno de los motivos, fueron los logros que se habían alcanzado como la aprobación del Estatuto Universitario de 1958, que instauró un gobierno tripartito de profesores, alumnos y graduados, y el desarrollo de la investigación científica que tuvo un amplio reconocimiento internacional. En este marco, los jóvenes universitarios desarrollaron una conciencia política que se vio reflejada en la lucha por los derechos, los mejoramientos en las condiciones de vida y en la búsqueda de la liberación nacional. Denunciaban a las Fuerzas Armadas como instrumento del imperialismo norteamericano. Sergio Morero, que trabajaba en la redacción de la revista Primera Plana, situada en la calle Perú 367, ese 29 de julio escuchó sirenas, frenadas y gritos. Cerca de ahí, en la Facultad de Ciencias Exactas, la Guardia de Infantería y la policía federal entraban a la Facultad con bastones largos, rompiendo todo a su paso y sacando a alumnos, docentes y autoridades a los golpes. La crónica que Morero realizó sobre ese hecho la llamó “la noche de los bastones largos” en alusión a los bastones que portaban las fuerzas represivas.