Reseña de NORAH BORGES

En los años veinte, Norah Borges empezaba a despuntar como una artista de futuro promisorio; sus incursiones en la estética de las vanguardias y sus colaboraciones como ilustradora en las revistas alineadas en estas corrientes mostraron una inspiración de rasgos profundamente innovadores. Sin embargo, por alguna razón no indagada, su carrera plástica se desvió hacia territorios más conocidos y convencionales y, por supuesto, mucho menos arriesgados y sus obras se convirtieron en ejemplos del deber ser de la pintura femenina de la época.¿Fue ésta una decisión consciente de la artista, una inclinación deliberada hacia una opción estética libre de posibles críticas? ¿Fue un destino forjado por la influencia de su entorno familiar, que la condujo a seguir los mandatos de la época? May Lorenzo Alcalá interroga la obra y también la vida de esta notable y desatendida artista y propone, a través de una cuidada y detenida reflexión, que, flanqueada por dos poderosas figuras masculinas –su hermano y su marido–, eligió (o debió elegir) la máscara de su femineidad para esconder su impulso vanguardista.